Estaba delante de mí con su tierna mirada, Sentí vergüenza y una extraña esperanza. Y le dije: Señor, quisiera servirte…. Pero tengo las manos manchadas.
Y con su tierna mirada me respondió:
“Dame tus manos y ponlas en las mías horadadas. Y Yo las restauraré
Volví y le dije: “Señor, quisiera servirte…
Pero mis pies están manchados”;
Y con tierna sonrisa me habló al corazón:
“Pon tus pies sobre las huellas de los míos,
Que por amor a ti han sido horadados.
Y Yo los restauraré.
Finalmente, con dolor y tristeza le dije:
“Señor, También tengo manchado el corazón”.
Me miró, también con dolor y tristeza,
Y me dijo muy quedamente:
“No te puedo reparar el corazón”
¿Por qué? Pregunté angustiado.
¿No hay esperanza para mí?
Entonces muy suavemente me respondió:
“No te lo puedo reparar, pero te lo puedo cambiar”.
Metió la mano en su costado horadado
Y me dio un corazón puro y ensangrentado.
“Ahora usa tus manos, tus pies y Mi corazón”.
Y estaba delante de mí con su tierna mirada.
Oración: Buen Dios y Padre nuestro, gracias Te doy por limpiar mi vida del pecado y poner Tu corazón dentro de mí. En Cristo Jesús. Amén
Elena González