Meditaciones 20-4-2020

ANA BRAVO

¿Vivimos en Cristo ?

En estos días le daba vueltas al paralelismo entre prisión y confinamiento.

Qué duda cabe que la prisión de Pablo no tuvo nada que ver con nuestro actual confinamiento, pero siempre podemos aprender de cómo vivió esa prisión y aplicarlo en nuestras vidas.

En la epístola a los Filipenses decía «Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han contribuido más bien al progreso del evangelio… Y la mayoría de los hermanos, cobrando ánimo en el Señor con mis prisiones, se atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.»

Ante todo Pablo se gozaba de que Cristo era anunciado, porque la prisión de él influía en la actitud de otros ante el evangelio.

Nuestra actitud ante el confinamiento, con salud y con enfermedad (con mayor motivo), influye también en cómo ven los demás a Cristo a través de nosotros. Qué hacemos, cómo hablamos, qué opinamos, qué mostramos a través de las redes sociales, que ahora están más activas que nunca.
Nuestra confianza en Dios ante la adversidad es clave para lo que reflejamos a los demás. Esa es otra forma de predicar.

Jesús decía «buena es la sal; pero si la sal se hace insípida, ¿con qué se sazonará?»

Si nosotros somos la sal, la forma en que afrontamos la adversidad debería marcar una diferencia. Algo fácil de decir y no tan fácil de hacer, pero citando a Pablo «prosigo a la meta». También tenemos ejemplo de esa actitud mencionada en el pasaje» antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero, porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia».

¿Qué nos dice esto de la prisión de Pablo, que le debilitaba o hasta cierto punto le fortalecía, luchando contra la adversidad y confiando su vida a Cristo? No sólo es confiar «en» sino confiar «a»; poner cada día nuestra vida en las manos de quien dependen todas las cosas, pues Él puso su vida por nosotros ¿cómo no vamos a poner nuestra vida en sus manos?.
Aun en aquella prisión Pablo buscaba estar en la presencia de Dios, en oración y canto, fortalecido por el Espíritu Santo.

Busquemos el fortalecimiento en Cristo, sí, precisamente en estas circunstancias, que también nos ayudan a reflexionar, para poder ser sal; sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes… como Pablo pedía a los Filipenses desde prisión, y ¿por qué no? con ello contribuir al progreso del evangelio.