Meditaciones 07-9-2020

ANA BRAVO

Adoración en espíritu y en verdad

¿Cuál es la esencia de la adoración? «Amarás a Jehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas»

Hablamos mucho sobre acudir a Dios como nuestro refugio, descansar en él, y pedirle en oración, pero tal vez no incidimos tanto en la adoración motivada en quién es Él y en sus atributos, el Creador, el Todopoderoso, misericordioso, justo, infinito, inmutable… el Yo Soy, porque solo Él es por sí mismo, y por supuesto Él es luz, como tantas veces nos lo describía Juan.
Dios es digno de toda honra, adoración y gloria. Digno de toda nuestra admiración. Más allá de nuestras necesidades, de nuestra dependencia y espera en sus promesas.
Cuando no obtenemos la respuesta que esperamos nuestra actitud de adoración debe ser la misma, la cual implica obediencia y reconocimiento, pero de forma sincera, no como decía Dios del pueblo de Israel «este pueblo de labios me honra pero su corazón está lejos de mí».
Cuando pensamos en Abraham, David, Daniel.. sabemos que fueron verdaderos adoradores, aun si también alguno cometió grandes errores, pero en medio de todas sus pruebas siempre estuvo su reconocimiento y adoración a Dios.

Cuando Dios le dijo a Job» ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Le iba abriendo los ojos para que entendiera quién es.
Dios siempre ha sido fiel pese a la rebeldía de su pueblo, y los ha amado a pesar de su rechazo: «extendí mis manos todo el día a un pueblo rebelde» Is. 65 :2
«Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira ni volveré a destruir a Efraín, porque Dios soy, no hombre ; soy el Santo en medio de tí» Oseas 11:8-9. Esto muestra su carácter. Sus atributos son algo que nuestra mente no puede alcanzar en toda su plenitud, ¿cómo no sentir admiración y reverencia ante Él? Por eso Job dijo» de oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven», porque le conoció como no lo había hecho antes y creció su arrepentimiento y sinceridad de adoración, al ser consciente de la majestad de Dios.
«El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies. ¿Dónde está la casa que me habréis de edificar? ¿Dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, así todas ellas llegaron a ser», dice Jehová. «Pero yo miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu y que tiembla a mi palabra». Is. 66:1-2

Así es Él, tan inmenso y tan cercano a la vez. Tan hermoso, (santo, santo, santo es el Señor dicen sin cesar los que están en su presencia). Cuánto desaprovechamos a veces la oportunidad de conocerle más y adorarle más. Acerquémonos a Él con esa actitud que nos pide. Él es el Verbo, cómo no temblar ante la profundidad de su palabra y ante su presencia.

ADORACION