Los no creyentes piensan que los cristianos somos personas que vivimos en una realidad paralela. Es decir, piensan que no nos afectan las cosas como a ellos y, muchas veces, te preguntan cómo es posible que sigas teniendo fe en Dios con lo que nos acontece. Y es que los cristianos somos personas que vivimos en el planeta Tierra y, como tales, estamos sometidos a las mismas circunstancias que cualquier ser humano. La diferencia es que, aunque tenemos momentos difíciles, tenemos la convicción de que Dios es nuestro Padre que nos cuida, protege y permite dichas adversidades para moldear nuestro carácter espiritual y fortalecerlo.
En 1 Pedro 5:10 se hace referencia a que Dios está con aquellos que sufren, fortaleciéndolos para alcanzar la perfección. Por tanto, aunque no entendamos las circunstancias, sabemos que Dios nos ama y nos cuida. Nos llevará por caminos inescrutables en su sabiduría eterna. Tan solo nos queda esperar aguantando la tempestad lo mejor posible, aunque no entendamos por qué permite la situación, y confiar en él, en que él hará.
Una vez leí que el carácter del cristiano es igual que una preciosa gema, que se forma por presión y se pule por fricción.
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” (1 Pedro 5:10).
Celia N.
23 de marzo 2025