Estamos en un tiempo de espera, el adviento. Esta palabra que proviene del latín, adventus, significa llegada. Así pues, esperamos y celebramos la llegada de nuestro Salvador, y no solo la que ocurrió hace más de 2000 años, sino la que ocurrirá de nuevo en su segunda venida. ¿Y cómo esperamos?
En el Antiguo Testamento, se utilizan varias palabras hebreas que expresan esta espera como un estado de anticipación, un sentimiento de anticipar un futuro que será mejor que el presente. Una de estas palabras está llena de significado y es qavah, derivada de la palabra qav, cordón. Al igual que un cordón se estira y se va generando una tensión, con esta palabra se expresa este estado de tensión y expectativa mientras se espera que algo suceda. En los salmos, por ejemplo, leemos: “Espera Israel en el Señor, porque en el Señor hay misericordia y abundante redención con él. Él redimirá a Israel de todos sus pecados”. Salmo 130: 7-8. Esta esperanza bíblica, se basaba en una persona, y no en las circunstancias que les rodeaban. Esto es lo que diferencia la esperanza del optimismo. Eligen tener esperanza, independientemente de los acontecimientos que les tocara vivir. La fidelidad de Dios en el pasado, les motivaba para tener una esperanza en el futuro. Gracias a la palabra de Dios, podemos descubrir su carácter, como base para confiar en el futuro, que será mejor que el presente.
En el Nuevo Testamento vemos como la vida, muerte y resurrección de Jesús, la tumba vacía, anunciaba una nueva puerta de esperanza, venciendo el poder de la muerte.
Aprovechemos este periodo de adviento para esperar activamente, no con optimismo, sino con la esperanza bíblica del que conoce con seguridad el final de la historia, estar en su presencia para siempre en una nueva creación.
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: Yo hago nuevas todas las cosas” Apocalipsis 21: 4-5.
¿Y cómo podemos tener esa esperanza, en medio de este mundo? Pablo nos lo dice en Romanos 15: 13: “Que el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que reboséis de esperanza por el poder del Espíritu Santo”. Es su mismo Espíritu Santo, el que mora en nosotros desde que le aceptamos como Salvador de nuestra vida, el que nos capacita con su poder. Y nos sostiene en la esperanza de esta manera, intercediendo por nosotros, enseñándonos, dándonos gozo y paz; transformándonos en el proceso de la espera, y capacitándonos para compartir esta esperanza.
Beatriz D. O.
12 de diciembre 2025
