En la predicación «Seguros en el amor de Dios», el predicador Estarlin Almarante comienza compartiendo una historia inspiradora sobre la gimnasta Kerry Strook, quien, a pesar de una lesión, logró la victoria para su equipo en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Esta historia ilustra cómo el respaldo de su entrenador fue clave para su éxito, comparándolo con el amor inquebrantable de Dios hacia nosotros. A través del pasaje de Romanos 8:35-39, el predicador explora la seguridad que tenemos en el amor de Dios, destacando que nada puede separarnos de Él.
- El amor de Dios es gratuito y sacrificial: El predicador enfatiza que el amor de Dios no se gana ni se compra, sino que es un regalo gratuito demostrado en la muerte de Cristo por nosotros, incluso cuando éramos pecadores (Romanos 5:8).
- Nada puede separarnos del amor de Dios: A través de una pregunta retórica, Pablo nos recuerda que ni las tribulaciones, angustias, persecuciones ni ninguna otra circunstancia pueden alejarnos del amor de Dios. La clave no está en si nosotros nos alejamos, sino en que Su amor nunca nos abandona.
- Somos más que vencedores: No por nuestras fuerzas, sino por medio de Cristo, quien ya ha ganado la batalla por nosotros. Como el ejemplo del boxeador que entrega su premio a su esposa, nosotros recibimos la victoria sin haber luchado, gracias a Jesús.
- Seguridad inquebrantable en el amor de Dios: El predicador ilustra esta seguridad con la imagen de un niño asustado durante una tormenta, cuyo padre le asegura que no lo soltará. Así, Dios promete estar con nosotros en medio de cualquier situación, sin importar la intensidad de la prueba.
- Invitación a recibir el amor de Dios: La predicación concluye con una invitación a aceptar el amor de Dios, reconociendo nuestra necesidad de salvación y entregando nuestras vidas a Cristo para experimentar un amor que nunca cambia ni nos abandona.
La predicación concluye con una poderosa reflexión: el amor de Dios es la única certeza inquebrantable en un mundo lleno de incertidumbre. Mientras que otros amores pueden fallar, el amor de Dios en Cristo Jesús permanece para siempre. El predicador invita a los oyentes a examinar si han recibido este amor y, si no es así, a abrir sus corazones para aceptarlo. A través de una oración, se anima a todos a pedirle a Dios que les dé ese amor eterno que sostiene en todas las circunstancias. La seguridad de que nada nos separará de Su amor es el fundamento para vivir con esperanza y confianza, sin importar las tormentas que enfrentemos.