En esta predicación titulada «Llamados a ser santos, no felices», el predicador Juan Antonio Robles explora el concepto de santidad desde la perspectiva bíblica, basándose en el pasaje de 1 Pedro 1:13-21. A través de este mensaje, se enfatiza que el llamado a la santidad no es un llamado a la felicidad superficial, sino a una vida transformada y consagrada a Dios. La santidad no se trata de cambios externos, sino de una transformación interna que se refleja en nuestra manera de vivir. El predicador también aborda cómo la santidad y la felicidad están intrínsecamente relacionadas, y cómo vivir en obediencia a Dios es clave para experimentar una vida plena y auténtica.
- El llamado a la santidad es un llamado a ser apartados para Dios, no a buscar una felicidad superficial o mundana.
- La santidad no se trata de cambios externos, como la forma de vestir o hablar, sino de una transformación interna que nace de un corazón cambiado por Dios.
- Pedro exhorta a los creyentes a «ceñir los lomos del entendimiento», lo que significa preparar la mente y los pensamientos para vivir en santidad, especialmente en momentos de crisis o dificultad.
- La santidad implica dominio propio, autocontrol y estar alerta, ya que el enemigo busca desviarnos de nuestro camino con Dios.
- La esperanza en Cristo y en su segunda venida es fundamental para mantenernos firmes en nuestra fe y en nuestra búsqueda de santidad.
- La obediencia a Dios es clave para vivir en santidad, y la desobediencia nos lleva de vuelta a una vida vacía y sin sentido.
- La santidad y la felicidad están conectadas: no se puede ser verdaderamente feliz sin vivir en santidad, y no hay santidad auténtica sin felicidad.
- La vida en Cristo es una vida de dependencia total de Dios, donde Él toma el control y nos guía a tomar decisiones correctas.
- Separados de Cristo, no podemos hacer nada; permanecer en Él es esencial para llevar fruto y vivir una vida plena.
En conclusión, el predicador nos invita a reflexionar sobre la importancia de vivir en santidad, no como un esfuerzo humano, sino como una respuesta al amor y la gracia de Dios. La santidad no es un camino fácil, pero es el camino que nos lleva a una vida plena y auténtica en Cristo. A través de la obediencia, el dominio propio y la esperanza en las promesas de Dios, podemos vivir una vida que refleje Su gloria y nos acerque cada día más a Él. La verdadera felicidad se encuentra en vivir una vida consagrada a Dios, permitiendo que Él transforme nuestro interior y nos guíe en cada paso.