Llamados a ser la sal y luz del mundo

En esta predicación, Rubén Miyar aborda el pasaje de Mateo 5:13-16, donde Jesús llama a sus seguidores a ser «la sal y la luz del mundo». El predicador enfatiza la importancia de vivir una vida cristiana que impacte positivamente a quienes nos rodean, especialmente en un mundo marcado por la oscuridad espiritual y la corrupción moral. A través de ejemplos prácticos y reflexiones personales, Miyar insta a los creyentes a asumir su identidad como agentes de cambio, no solo con acciones, sino también con palabras que lleven a otros a glorificar a Dios.

  • Identidad y responsabilidad: Jesús declara que los creyentes son «la sal y la luz del mundo», lo que implica una identidad y una misión clara: preservar la verdad y alumbrar en medio de la oscuridad espiritual.
  • El diagnóstico de Jesús sobre el mundo: El mundo está en tinieblas y corrupción, y los creyentes tienen la responsabilidad de contrarrestar esta realidad con su testimonio y buenas obras.
  • Las consecuencias de no cumplir con este llamado: Si la sal pierde su sabor o la luz se esconde, pierde su propósito. Miyar advierte que la falta de acción de los cristianos afecta negativamente a quienes necesitan el mensaje del Evangelio.
  • Cómo ser sal: Vivir de acuerdo con las bienaventuranzas (Mateo 5:3-12), mostrando humildad, misericordia, pureza de corazón y disposición a sufrir por Cristo. Las buenas obras, como ayudar a los necesitados, son una forma práctica de ser sal.
  • Cómo ser luz: No solo actuar con bondad, sino también explicar el Evangelio para que otros glorifiquen a Dios. La luz debe ser visible y acompañarse de una proclamación clara de la fe.
  • El poder de la oración y el compromiso: Miyar anima a los creyentes a orar específicamente por personas no creyentes y a estar atentos a las oportunidades para compartir el mensaje de salvación.

La predicación concluye con un llamado a la acción: los creyentes deben arrepentirse de su indiferencia y comprometerse a vivir como sal y luz en sus entornos cotidianos. Miyar destaca que, aunque la salvación depende de Dios, los cristianos tienen la responsabilidad de ser instrumentos para llevar a otros a Cristo. La oración y el testimonio coherente son herramientas poderosas para cumplir esta misión. Finalmente, se enfatiza que la vida transformada por el Evangelio no solo beneficia al creyente, sino que también tiene el potencial de cambiar eternamente a quienes están en oscuridad.