En esta predicación, el predicador Estarlin Almarante aborda el tema del servicio como un privilegio al que todos los creyentes están llamados, basándose en el pasaje de Hechos 6:1-7. A través de este texto, se explora cómo el crecimiento de la iglesia primitiva trajo consigo desafíos y cómo la solución fue el establecimiento de diáconos para servir en las necesidades prácticas, permitiendo que los apóstoles se enfocaran en la oración y la enseñanza. El mensaje enfatiza que el servicio no es una carga, sino un honor y una oportunidad para glorificar a Dios y edificar la iglesia.
- El crecimiento de la iglesia trae bendiciones y desafíos: El aumento de discípulos en la iglesia primitiva fue una bendición, pero también generó necesidades y conflictos, como la murmuración entre los griegos y los hebreos por la distribución desigual de alimentos a las viudas.
- La solución: el establecimiento de diáconos: Los apóstoles propusieron elegir a siete hombres llenos del Espíritu Santo, de buen testimonio y sabiduría para encargarse de las necesidades prácticas, permitiendo que los líderes se enfocaran en la oración y la enseñanza.
- Los requisitos para servir: Los diáconos debían ser personas honestas, llenas del Espíritu Santo, sabias, no codiciosas, sobrias y fieles. Estos requisitos no son para limitar, sino para asegurar que quienes sirven sean ejemplos de integridad y madurez espiritual.
- El servicio es un llamado universal: No solo los diáconos están llamados a servir, sino todos los creyentes, independientemente de su edad, género o posición. El servicio es una expresión de amor a Dios y a los demás.
- El resultado del servicio ordenado: Cuando la iglesia sirve de manera organizada y todos colaboran, la Palabra de Dios se expande, el número de discípulos crece, y hasta las autoridades religiosas pueden llegar a conocer a Cristo.
- El servicio como privilegio, no como carga: Servir a Dios no es una obligación pesada, sino un honor y una oportunidad para crecer en la fe y ser recompensados por el Señor.
En conclusión, el predicador exhorta a la congregación a ver el servicio como un privilegio y no como una carga. Todos están llamados a servir según sus dones y capacidades, contribuyendo al crecimiento de la iglesia y a la expansión del evangelio. El servicio es una expresión de amor y obediencia a Dios, y Él recompensa a quienes lo hacen con fidelidad y alegría.