En la predicación titulada «El servicio: Nuestras excusas y la respuesta de Dios», el predicador Estarlin Almarante aborda el tema del compromiso en el servicio a Dios, tanto dentro como fuera de la iglesia. A través del pasaje de Jeremías 1:4-9, explora las excusas comunes que las personas suelen poner para no servir y cómo Dios responde a esas excusas. El mensaje se centra en la importancia de superar nuestros miedos y limitaciones para cumplir con el llamado que Dios nos ha dado.
- El llamado de Jeremías (Jeremías 1:4-5): Dios conoce a Jeremías desde antes de su nacimiento, lo santifica y lo llama para ser profeta a las naciones. Este llamado no es casual, sino que Dios lo ha preparado desde el vientre de su madre para esta misión específica.
- La excusa de Jeremías (Jeremías 1:6): Jeremías responde al llamado de Dios con una excusa: se considera demasiado joven y no capacitado para hablar en nombre de Dios. Esta excusa refleja una falta de confianza en la elección y preparación divina.
- La respuesta de Dios (Jeremías 1:7-9): Dios reafirma su llamado a Jeremías, le promete su compañía y apoyo, y lo capacita para cumplir con su misión. Dios no acepta las excusas, sino que asegura a Jeremías que estará con él y le dará las palabras necesarias.
- Las excusas comunes en el servicio: El predicador menciona excusas como «no tengo tiempo», «otro lo hará mejor», «no sé cómo hacerlo» o «Dios no me ha llamado». Estas excusas son barreras que impiden a las personas comprometerse con el servicio.
- El llamado universal al servicio: Todos los creyentes han sido llamados a servir, independientemente de su edad, habilidades o circunstancias. El servicio no es opcional, sino una responsabilidad que Dios ha encomendado a cada uno.
- La importancia de la obediencia y la fe: El servicio no depende de nuestras capacidades, sino de nuestra disposición a obedecer y confiar en que Dios nos capacitará para cumplir con su voluntad.
En conclusión, el predicador anima a la congregación a superar las excusas y a comprometerse con el servicio, recordando que Dios no se equivoca al llamarnos. A través de su Palabra, su compañía y su Espíritu, Dios nos capacita para cumplir con nuestra misión. El mensaje final es un llamado a la acción: involucrarse en el servicio, confiar en Dios y edificar su iglesia para su gloria.