A tal Mesías, tales seguidores

En la predicación titulada «A tal Mesías, tales seguidores», el predicador David Casado explora la relación entre Jesús como Mesías y las expectativas de sus seguidores. A través de la lectura de Mateo 4:1-11, donde Jesús es tentado por Satanás en el desierto, se analiza cómo estas tentaciones revelan la naturaleza del reino de Dios y cómo los seguidores de Jesús deben reflejar su carácter y misión. La predicación conecta estas tentaciones con el llamado a vivir como ciudadanos del reino de los cielos, rechazando los valores y poderes de este mundo.

  • Las tentaciones de Jesús en el desierto no son tres tentaciones separadas, sino una sola con dos complementos. La primera (convertir piedras en pan) y la segunda (lanzarse del pináculo del templo) preparan el terreno para la tercera, que es la tentación del poder y la adoración a Satanás.
  • La tentación final, donde Satanás ofrece a Jesús todos los reinos del mundo a cambio de adoración, es la máxima expresión de la tentación del poder mundano. Jesús rechaza esta oferta, mostrando que su reino no se basa en el poder terrenal, sino en la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo.
  • El reino de los cielos no se asemeja a los reinos de este mundo. Jesús, como rey, no busca gloria terrenal ni poder político, sino que se enfoca en servir, sanar y liberar a los oprimidos, reflejando un poder humilde y compasivo.
  • Los seguidores de Jesús deben imitar su ejemplo, rechazando la violencia en todas sus formas (bélica, de género, étnica, psicológica) y viviendo en justicia y paz. Esto implica un compromiso profundo con los valores del reino de Dios, que contrastan con los valores del mundo.
  • La relación con Dios debe ser de obediencia y servicio, siguiendo el modelo de Jesús, quien fue obediente hasta la muerte. Los seguidores de Cristo deben vivir en adoración constante, no solo en el culto litúrgico, sino en cada aspecto de sus vidas, demostrando lealtad y devoción a Dios.

En conclusión, la predicación subraya que los seguidores de Jesús están llamados a vivir como ciudadanos del reino de los cielos, rechazando las tentaciones del poder y la gloria terrenal. Al imitar a Jesús, deben reflejar su humildad, compasión y compromiso con la justicia y la paz. La adoración a Dios no se limita a los momentos de culto, sino que debe manifestarse en una vida de servicio y lealtad a los valores del reino de Dios, que trascienden los reinos de este mundo.