LAS LÍNEAS EVANGELIZADORAS DEL AMOR

         El amor entre los hombres lo presenta Jesús como un “mandamiento nuevo”. El amor aparece en Jesús superando toda excelencia de la vida cristiana. Si es verdad que los evangélicos siempre hemos predicado la salvación por fe, cuestión que es bíblica y correcta, hemos de darnos cuenta que la fe y el amor deben caminar juntos porque “la fe actúa a través del amor”, como nos dice San Pablo.

En la evangelización deberíamos dar su lugar de excelencia a ese mandamiento generador de vida eterna, ya que el amor cristiano es simplemente la fe actuante. Quizás por eso, en la parábola del Buen Samaritano y en otros contextos, se responde a una pregunta por la salvación, por la vida eterna de esta manera: “¿Qué está escrito?… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón… y a tu prójimo como a ti mismo”. (Lc. 10:25.27). El evangelio del amor es simplemente el evangelio de la fe que actúa… Evangelio salvador.

         Parece ser que muchos de los que hablaron con Jesús malentendían el cómo cumplir este mandamiento. Lo conocían, pero no actuaban. Respondían perfectamente lo estaba escrito en la ley, pero Jesús tuvo que decirles: Actúa, haz tú lo que dices conocer, “haz tú lo mismo”, era el mensaje evangelizador del Maestro. En la parábola del joven rico, la situación es similar.

Ante la respuesta de Jesús por la salvación que se consigue amando a Dios y al prójimo, este joven responde que todo eso lo ha cumplido desde su juventud. Probablemente Jesús miró a ese joven y pensó: “¿Cómo has cumplido? ¿Acumulando y no compartiendo?”. El mensaje evangelizador de Jesús fue tremendo y radical: ¡Vende! ¡Actúa! ¡Dalo a los pobres!… y ven y sígueme.

         Muchos de estos mensajes suenan poco en la evangelización hoy. Son mensajes transformadores, cambiadores de vida, evangelizadores, solidarios, compasivos, atentos a las necesidades del prójimo sufriente… mensajes de amor. Los mensajes de amor que salen de los que muestran que aman al prójimo, acercan al Dios salvador, al Dios invisible que se hace visible a través de la práctica del amor: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn. 13:35).

La práctica del amor a los demás, muestra al mismo Dios que es amor, le hace visible en el mundo. La práctica del amor evangeliza. Yo he escrito en varias ocasiones que “amar es participar de la naturaleza de Dios”. Amar refleja el amor de Dios en nuestras vidas. Amar es mostrar a Dios en el mundo. El que ama con el amor cristiano, tiene una fe viva. El evangelio del amor es el evangelio de la fe que actúa. Sin el amor, la fe acaba por morirse y dejar de ser.

         El convertido tiene que reflejar la fuerza de su fe en la esfera social. El convertido no debe reflejar la fuerza de su fe solamente en el ámbito eclesial al que, a veces, nos acostumbran como casi única línea a seguir. Lo tiene que reflejar en la vida cotidiana, ante las muchedumbres que sufren, ante los pobres, los marginados y los proscritos, ante los hambrientos del mundo que son legión, ante los inmigrantes a los que, en tantas ocasiones, se les quita su dignidad. También ante los enfermos, los sufrientes del mundo, los que se resignan y quedan sin esperanza ninguna de cara al futuro… Evangelizar es llevar esperanza que se genera por la práctica del amor que evangeliza al mundo.

                                                               Juan Simarro

15 de junio 2025