Juventud… ¿Divino tesoro?

Jóvenes

En la primera carta de Pablo a Timoteo encontramos un llamativa frase: “ninguno tenga en poco tu juventud” (1ªTimoteo 4:12). Podemos entender que refleja un problema de tiempos remotos, en los que los jóvenes casi siempre eran ninguneados en la vida pública. Es verdad que su marginación no llegaba a tanto como la de las mujeres o los esclavos, pero lo cierto es que eran los señores ya mayores quienes tomaban las decisiones importantes de las comunidades, tanto en las seculares como en las religiosas, tanto en la cultura judía como en la grecorromana. A los jóvenes no les correspondía ni enseñar ni opinar, sino ver, oír, callar y aprender.

Este planteamiento, en nuestra sociedad está, afortunadamente desfasado, y hoy podemos ver cómo en todos los partidos políticos se buscan caras jóvenes, incluso se puede decir que, culturalmente, lo que gusta a los jóvenes (comida, música, moda) puede acabar siendo tendencia, un buen negocio, contagiarse al resto de la sociedad con una publicidad adecuada.

Sin embargo, deberíamos cuestionarnos si, de verdad nos importan los jóvenes o simplemente fingimos que nos importan. Las cifras de paro juvenil, o el desastroso cuidado del medioambiente que crea problemas para un futuro ya muy cercano deberían hacernos pensar que la preocupación por los jóvenes no es mucha, en general. Hay mucha fachada falsa.

En los consejos de Pablo, ya anciano, al joven Timoteo encontramos una preocupación genuina, un cariño personal, que resulta muy diferente de ese simulacro de exaltación de la juventud que podemos vivir en nuestros días. Al mismo tiempo,
en su comunicación no encontramos esa rígida dependencia jerárquica entre el maestro anciano y el discípulo joven, tan corriente en aquella sociedad.

Lo que hay entre Timoteo y Pablo, según se deduce de la lectura de sus cartas, es una amistad de igual a igual, auténtica, y una fraternidad consciente en Jesucristo. Ambos reman en la misma dirección, tratando de llevar a los lugares en los que viven la noticia de la salvación de Jesús. Compañeros de misión, uno mayor, otro joven, sin que eso importe. Lógicamente Pablo aporta una experiencia que Timoteo no tiene, pero seguro que él también le aportó mucho a Pablo. Por eso éste dice convencido “que nadie tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo”.

Ojalá que ambos lo sean para nosotros todavía hoy.

Daniel Sánchez