El crecimiento de la Iglesia local

Crecimiento de la Iglesia Local

La sociedad occidental se caracteriza por su preocupación por los resultados, los cuáles mide en términos objetivos de cantidad y calidad, de eficacia y de éxito. Y a veces los cristianos aplicamos estos mismos criterios a nuestra evaluación de la vida, los ministerios y la misión global de la Iglesia.

Tenemos que reconocer la importancia de ser objetivos en nuestra forma de evaluar nuestro propio trabajo, sobre todo cuando los números que usamos representan a personas concretas, con vidas, con problemas, con ilusiones y con angustias. Sin embargo, la tentación de evaluar la fidelidad de la iglesia en términos de crecimiento numérico puede resultar equívoca. Esto debe ponernos alerta contra una evaluación fácil de la misión de la comunidad local simplemente en términos de números como indicadores de “éxito”.

Para poner algunos ejemplos que nos llevan a poder equivocarnos: en Suecia, el 98% de la población dice que es protestante, pero solamente menos del 5% mantiene alguna relación con la Iglesia. Y en Italia, país predominantemente católico-romano, sólo un 10% de los italianos e italianas cumplen con los requisitos mínimos de la iglesia, como el confesarse y comulgar una vez al año. Por otra parte, sin embargo, si nos dejamos llevar a la hora de evaluar nuestro trabajo tan sólo por el criterio de calidad y no por el numérico, tendremos en ocasiones que reconocer que la reducida membresía de la gran mayoría de las Iglesias evangélicas en España no siempre se debe a su calidad. Hay que reconocer que, en parte, por lo menos, se debe a factores tales como pérdida de la visión misionera y evangelizadora, comodidad y falta de compromiso, legalismo, pérdida del conocimiento imprescindible de la cultura del siglo XXI, etc.

El caso es que cuando hablamos de crecimiento dentro de la Iglesia, hemos de tener cuidado y matizar claramente los criterios. No necesariamente una comunidad local tiene una vida más sana y por lo tanto, “más evangélica”, por el hecho único de que aumente su número; pueden darse casos, y de hecho se dan, en los que el crecimiento numérico se produce a costa de comprometer el mensaje de la Palabra de Dios, suavizarlo y convertirlo en algo más “Light”; predicar y vivir la “gracia barata” que nos asegura un lugar en el cielo sin importar cómo vivamos.

De la misma manera que el hecho de que en un determinado momento una iglesia local no crezca en número no quiere decir necesariamente que no esté llevando a cabo su tarea con interés y compromiso. No olvidemos que como miembros de la iglesia tenemos la responsabilidad de sembrar el Evangelio, y la recogida de la cosecha es algo que determina el mismo Dios.

Lo que estamos llamados a hacer como Iglesia y como individuos es ser fieles al mensaje de la Palabra de Dios en nuestra predicación, en nuestra enseñanza, en nuestro ejemplo, en nuestra vida, en nuestras decisiones, y hacerlo todo convencidos de que, oportunamente, “toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.”

Jose Gutierrez