Vida Cristiana

En la primera carta de Pablo a Timoteo encontramos un llamativa frase: “ninguno tenga en poco tu juventud” (1ªTimoteo 4:12). Podemos entender que refleja un problema de tiempos remotos, en los que los jóvenes casi siempre eran ninguneados en la vida pública. Es verdad que su marginación no llegaba a tanto como la de las mujeres o los esclavos, pero lo cierto es que eran los señores ya mayores quienes tomaban las decisiones importantes de las comunidades, tanto en las seculares como en las religiosas, tanto en la cultura judía como en la grecorromana. A los jóvenes no les correspondía ni enseñar ni opinar, sino ver, oír, callar y aprender.

El año que viene, si El Señor lo permite, celebraremos el 500 aniversario de la Reforma Protestante del siglo XVI Hoy también quiero hacer una breve semblanza de uno de nuestros mas ilustres protestantes. Cuando abrimos nuestras Biblias para disfrutar y conocer la Palabra de El Señor, son muy pocos los que se han detenido a leer una pequeña inscripción anterior al índice o lista de libros, que componen la escritura divinamente inspirada. La frase dice: “Antigua versión de Casiodoro de Reina (1569) revisada por Cipriano de Valera (1602) Nos referimos, naturalmente, a la Biblia en español que usamos los evangélicos, en general, en todo el mundo.

La mayoría de las personas solemos quejarnos de todo lo que nos acontece y no nos gusta. Ya, el pueblo de Israel lo hizo cuando acababan de ser liberados de la esclavitud que sufrían en Egipto y tenían que haberse mostrado agradecidos porque Dios los libró por medio de su siervo Moisés. Sin embargo, los israelitas murmuraban contra Moisés y su hermano Aarón añorando los tiempos de la esclavitud. Pero en lugar de ello empezaron a quejarse a Moisés y a Aarón: “…y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por la mano de Jehová en la tierra de Egipto…,” Éxodo 16:3.