Algo que tiene en particular el cristianismo es su relación entre la Palabra de Dios y la vida. Pensemos, por ejemplo, en el relato de la creación de Génesis 1, en el que la realidad viva del mundo va naciendo de la Palabra de Dios. Él dice, y es hecho (Génesis 1:24). Un mensaje muy diferente del poema babilónico “Enuma Elish”, con el que claramente polemiza, y en el que el dios Marduk crea el mundo desmembrando el cadáver de otra diosa, Tiamat, a la que ha vencido.