Leemos en el evangelio según Mateo 22, 37-40: “Jesús le respondió: Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y gran mandamiento. El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los profetas”.
La necesidad de amarse a uno mismo, se escucha constantemente en nuestra sociedad. Escuchamos y leemos sobre la necesidad de aceptarnos sin autocondenarnos, seamos como seamos; la importancia de seguir nuestro corazón sin que nadie nos diga quienes somos; también que no nos acerquemos a personas tóxicas; nos hablan de autocuidado y tantas otras consignas centradas en el “yo”, ¿pero es esta forma de amarnos de la que nos habla Jesús? Todo lo que tengo que no es conforme al corazón de Dios, ¿tengo que aceptarlo?
Jesús nos enseña que debemos amar a Dios y al prójimo; no nos manda que nos amemos a nosotros mismos, porque eso ya lo hacemos de forma natural. Siempre estamos buscando lo que más nos conviene, nuestro bien mayor, aunque no lo parezca.
En la Biblia, Dios nos dice que primero tenemos que experimentar el amor que Dios tiene por nosotros; y una vez que nos conectemos con él, con el autor de la vida, nos transformará de dentro hacia fuera y podremos ser libres del amor a nosotros mismos.
El apostol Pablo, en su carta a los Romanos (12,2) nos anima a resistir la presión de este mundo, que no nos amoldemos, que nos dejemos transformar en nuestra forma de pensar, y así veremos lo que Dios quiere que veamos: lo que es bueno. Y no todo en nuestra cultura está mal, pero hay que ser críticos.
Y para poder experimentar el amor de Dios, ¿qué tengo que hacer? Conocer a Dios, es llegar a conocer el amor de Dios. Porque Dios es amor (1ª Juan 4,16). Y ya no necesito autoamarme, porque he experimentado una invasión de amor al estar conectado con el que es amor. Ya me siento aceptado, estimado, valorado, y ya no tenemos que autocuidarnos porque es nuestro Padre el que nos cuida. Y es tras experimentar el amor de Dios, como podremos amar a los que nos rodean, a nuestro prójimo, sea quien sea y como sea, mostrando así el amor de Dios, para que todos le conozcan.
Beatriz D. O.
21 de septiembre 2025